sábado, 28 de noviembre de 2009

Catedral de Santa María de Burgos

La Catedral de Santa María de Burgos es un templo dedicado a la Virgen María. Su construcción comenzó en 1221, siguiendo patrones góticos franceses. Tuvo importantísimas modificaciones en los siglos XV y XVI: las agujas de la fachada principal, la Capilla del Condestable y el cimborrio del crucero, elementos del gótico avanzado que dotan al templo de su perfil inconfundible. Las últimas obras de importancia (la Sacristía o la Capilla de Santa Tecla) pertenecen ya al siglo XVIII, siglo en el que también se retiraron las portadas góticas de la fachada principal. El estilo general de la catedral es el gótico, aunque posee, en su interior, notables elementos renacentistas y barrocos. La construcción y las remodelaciones se realizaron con piedra caliza extraída de las canteras del cercano pueblo burgalés Hontoria de la Cantera.
En la catedral se conservan obras de artistas extraordinarios, como los arquitectos y escultores de la familia Colonia (Juan, Simón y Francisco), el arquitecto Juan de Vallejo, los escultores Gil de Siloé, Felipe Bigarny, Rodrigo de la Haya, Martín de la Haya, Juan de Ancheta y Juan Pascual de Mena, el escultor y arquitecto Diego de Siloé, el rejero Cristóbal de Andino, el vidriero Arnao de Flandes o los pintores Alonso de Sedano, Mateo Cerezo, Sebastiano del Piombo o Juan Ricci, entre otros muchos.
El diseño de la fachada principal está relacionada con el más puro estilo gótico francés de las grandes catedrales de París y Reims, mientras que el alzado interior toma como referencia a la Catedral de Bourges. Consta de tres cuerpos rematados por dos torres laterales de planta cuadrada. Las agujas caladas de influencia germánica se añadieron en el siglo XV y son obra de Juan de Colonia. En el exterior son sobresalientes también las portadas del Sarmental y la Coronería, góticas del siglo XIII, y la portada de la Pellejería, renacentista-plateresca del siglo XVI.
Numerosos son los tesoros arquitectónicos, escultóricos y pictóricos de su interior.
Destacan:

El grandioso cimborrio gótico-plateresco, alzado primero por Juan de Colonia en el siglo XV y reconstruido por Juan de Vallejo en el XVI.
La Capilla del Condestable, maravilla del gótico isabelino, en la que trabajaron la familia Colonia, Diego de Siloé y Felipe Bigarny.
El minucioso retablo gótico hispano-flamenco de Gil de Siloé para la Capilla de Santa Ana.
La sillería del coro, obra renacentista plateresca de Bigarny.
Los relieves tardogóticos de la girola, de Bigarny.
Los numerosos sepulcros góticos y renacentistas.
La renacentista Escalera Dorada, de Diego de Siloé.
El Santísimo Cristo de Burgos, imagen de gran tradición devocional.
La significación histórica envuelve la tumba del Cid y su esposa Doña Jimena, su carta de arras y su cofre.
El popular Papamoscas, estatua articulada que abre la boca al dar las campanadas de las horas, reclamo habitual de los visitantes.

La catedral burgalesa fue declarada Monumento Nacional el 8 de abril de 1885 y Patrimonio de la Humanidad por la Unesco el 31 de octubre de 1984. Es la única catedral española que tiene esta distinción de la Unesco de forma independiente, sin estar unida al centro histórico de una ciudad (como en Salamanca, Santiago de Compostela, Ávila, Córdoba, Toledo o Cuenca) o en compañía de otros edificios, como en Sevilla.

Fundación gótica y obras en los siglos XIII y XIV
La primera piedra de la nueva catedral se colocó el 20 de julio de 1221 en presencia de los promotores del templo: el rey Fernando III de Castilla y el obispo Mauricio, prelado de la diócesis burgalesa desde 1213. Cabe suponer que el primer maestro de obras fue un anónimo arquitecto francés -si bien algunos investigadores dan el nombre del canónigo Johan de Champagne, citado documentalmente en 1227-, muy probablemente traído a Burgos por el propio obispo Mauricio, tras el viaje que había realizado por Francia y Alemania para concertar el matrimonio del monarca con Beatriz de Suabia, ceremonia nupcial que se realizó precisamente en la vieja catedral románica.
La construcción de la catedral, emplazada justo en el punto donde comienza a empinarse la ladera del cerro presidido por el Castillo, se inició por la cabecera y el presbiterio, lugar éste donde se sepultó al obispo fundador, cuyos restos fueron posteriormente trasladados al centro del coro capitular. Hacia 1240 asumió la dirección de las obras el llamado Maestro Enrique, también de origen galo, que después se haría cargo de la erección de la Catedral de León y que sin duda se inspiró en la Catedral de Reims, con cuya fachada el hastial de la seo burgalesa guarda grandes semejanzas. Las obras avanzaron con gran rapidez y para 1238, año de la muerte del prelado fundador, sepultado en el presbiterio, ya estaban casi terminadas la cabecera y buena parte del crucero y las naves. La consagración del templo tuvo lugar en 1260, aunque consta la celebración de oficio divino en él desde 1230.
Entre la segunda mitad del siglo XIII y principios del XIV se completaron las capillas de las naves laterales y se construyó un nuevo claustro. Al maestro Enrique, fallecido en 1277, le tomó el relevo el maestro Johan Pérez, éste ya hispano. Otros canteros posteriores fueron Aparicio Pérez, activo en 1327, Pedro Sánchez de Molina y Martín Fernández, fallecidos respectivamente en 1396 y 1418.
Ampliaciones y reformas en los siglos XV a XVIII
En el siglo XV la familia de los Colonia incorporó las agujas de las torres, el cimborrio sobre el crucero y la Capilla de los Condestables, grandes estructuras que transforman y magnifican la fábrica catedralicia. En el siglo XVI, además de la modificaciones realizadas en varias capillas, destaca la intervención de Juan de Vallejo, que reconstruyó el desplomado cimborrio, este ya se había caído otra vez anteriormente. En el siglo XVIII se realizaron la Capilla de Santa Tecla, la Capilla de las Reliquias y la Sacristía.La de los condestables también fue agrandada.
Restauraciones de los siglos XIX y XX

La catedral de Burgos debe su gran cantidad de obras de arte de los siglos XIII al XVIII, sobre todo, al hecho de que durante los siglos XIX y XX no se emprendiese ninguna restauración decisiva.
Fuera del ámbito del claustro nuevo sólo se reformó de modo esencial, después de 1800, la capilla del Santo Cristo o de Nuestra Señora de los Remedios, situada en la zona oeste del claustro viejo. La renovación comenzó con el traslado del altamente venerado crucifijo del Santo Cristo desde el convento de San Agustín a la capilla que, a partir de entonces, se llamó capilla del Santo Cristo de Burgos. En la década de 1890 Vicente Lampérez y Romea, maestro arquitecto de la catedral desde 1887, emprendió una restauración profunda de esta capilla, quitando el enlucido adicionado de los muros y bóvedas y se renovó por completo la portada que da a la nave. También se remontan a esta restauración las ventanas de tracería neogótica, las arcadas ciegas de los muros y la mayor parte de los restantes elementos arquitectónicos.
Entre 1899 y 1911 Lampérez restauró, asimismo, el claustro nuevo, consiguiendo recuperar en lo esencial su forma original. En el claustro se había sobreedificado un tercer nivel con pequeñas ventanas barrocas que este arquitecto hizo eliminar y, de paso, abrió las ventanas del claustro que habían quedado casi cerradas. La instalación de vidrieras ornamentales representó el final de la restauración. Mientras que el cuerpo superior del claustro casi no experimentó ningún cambio, el claustro inferior se vio notablemente restaurado. Las formas de su nervadura, aparentemente del gótico tardío, se deben a Lampérez. Antes de la restauración, el claustro inferior se encontraba dividido en varios compartimentos y, en general, en estado de mala conservación. Es probable que durante la restauración del claustro se eliminara la caja de escalera situada en la esquina suroeste interior del mismo claustro. Con posterioridad, la conexión entre ambos niveles del claustro sólo se establece a través de una estrecha escalera de madera situada bajo la capilla de San Jerónimo.
La restauración más reciente de la catedral, de mano del arquitecto Marcos Rico Santamaría, ha reemplazado la techumbre mediante un entramado de acero. En relación con la estrella de nervadura libremente suspendida en la torre centro del transepto, se ha tendido una superficie de vidrio que logra la iluminación completa del entramado de la nervadura. Prescindiendo de estas últimas medidas, pocos han sido los recientes intentos de modificar la sustancia arquitectónica y escultural de la catedral. El 12 de agosto de 1994, una estatua de San Lorenzo se desprendió del tramo final de la torre norte de la fachada principal, lo que hizo pública la inmediata necesidad de reanudar la medidas de protección y conservación de todas y cada unas de las partes de este monumento de valor inestimable.
Por último, son reseñables otras intervenciones coetáneas que, sin pretender una restauración del monumento, sin embargo han contribuido notablemente al realce de la catedral, como ha sido la eliminación a principios del s. XX de algunas construcciones que habían sido adosadas al templo, como el Palacio Arzobispal….

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